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Reconocer y gestionar emociones es una cualidad indispensable para el trabajo colaborativo.

entrena tu ser comienza tu hacer Mar 04, 2022

¡Mis saludos cordiales a todos!

En el mundo laboral, tanto como en otros aspectos de nuestra vida, se hace casi imprescindible que tengamos la capacidad de sentir, comprender y gestionar nuestras emociones de manera efectiva para lograr integrarnos al equipo de trabajo, ser más colaborativo con los demás e incluso lograr mejores niveles de entendimiento, productividad y crecimiento.

Quiero abordar este tema desde mi perspectiva como coach y consultora de gestión de talentos, pues respeto mucho la profundidad de este tema, que sin dudas pertenece al ámbito psicológico. Sin embargo, mi intensión es hacer conciencia de la importancia de gestionar las emociones y si es necesario “alfabetizarlas” como bien usan este término mis queridas colegas Rose Mary Cruz y Teresa Sánchez.  

Cuando gestionamos nuestras emociones es cuando, en primer lugar, nos damos cuenta de lo que estamos sintiendo en un momento determinado, y usamos una serie de procesos psicológicos que nos permiten lidiar con ellas y posiblemente regularlas.

Cabe destacar que no se trata de controlar nuestras emociones, dado que esto sería imposible: nuestra faceta emocional va muy, pero muy por delante de nuestra consciencia y de nuestros actos voluntarios, así que, solo podemos influir en ellas parcialmente.

No debemos ver las emociones como un problema o conflicto, sino como una oportunidad para reflexionar y progresar en nuestro autoconocimiento.

Los líderes exitosos tienden a tener excelentes habilidades de inteligencia emocional. El aspecto más interesante de la inteligencia emocional es que no es estática. Con un poco de trabajo duro y algo de ambición esta se puede desarrollar y robustecer con el tiempo. 

El buen gestor que habita en ti se estará preguntando ¿Para qué sirve o qué beneficios me reporta la gestión emocional?

 1. Evita confrontaciones o enfrentamientos innecesarios

Los roces, desacuerdos y/o choques de intereses desde una mentalidad constructiva y asertiva son posibles de sobrellevar. Esto así, porque no nos dejamos llevar por las ganas de “ganar” las discusiones en todos los contextos. Para ello adquirimos una visión global de lo que está ocurriendo, no centrada solamente en lo que hace el otro visto desde nuestra perspectiva como individuo. 

2. Orienta nuestra acción a objetivos a largo plazo

Si no gestionamos nuestras emociones adecuadamente, estaremos dando prioridad a nuestros impulsos más primarios. En cambio, usar nuestra inteligencia emocional nos permite compensar o balancear su influencia con las fuentes de motivación vinculadas a las metas a medio y largo plazo.

3. Aprendemos de los errores

En lugar de evadir recordar nuestros fracasos para no sentirnos mal, la gestión emocional nos permite acercarnos a esos recuerdos desde una perspectiva basada en la aceptación de nuestras imperfecciones, de manera que podemos aprender de lo que hicimos mal y a partir de ese aprendizaje, tomar nuevos cursos de acción y crecimiento.

4. Ayuda a empatizar y aplicar la alteridad.

La gestión de las emociones nos ayuda a ser más sensibles a los matices de los estados emocionales que vemos en el otro, y a integrarlos en nuestra forma de pensar y de sentir. Eso nos permite acercar posiciones, abrir nuestra perspectiva incluso ante personas que tienen poco en común con nosotros.

5. Facilita expresar cómo nos sentimos

Si somos buenos identificando emociones y distinguiéndolas las unas de las otras, es más probable que también lo seamos a la hora de expresarlas y plasmarlas en palabras y acciones. Esto nos vuelve más exitosos en nuestras relaciones personales, aumenta la calidad de nuestra comunicación y fortalece nuestros vínculos.

6. Permite un mayor enfoque

Finalmente, la gestión emocional influye mucho en nuestra capacidad para centrarnos en tareas importantes y no ceder ante las distracciones, tanto mediante procesos mentales como interviniendo en nuestro entorno (por ejemplo, la oficina en la que trabajamos) para que juegue a nuestro favor y no en nuestra contra.

Al despedirme, te dejo la exhortación de que reflexiones cada día sobre cómo registras y afrontas tus emociones, cómo estas impactan tus objetivos, motivaciones, fortalezas y aspiraciones. Sé completamente honesto contigo mismo; pues representa una oportunidad para aprender y crecer.

Una vez que hayas identificado las tendencias de tu comportamiento, discute tus observaciones con un psicólogo o un coach, o bien; con un familiar o un amigo cercano. Y luego, desarrolla un plan para identificar y abordar esas áreas que afectan tus relaciones y tu rendimiento en el trabajo. ¡Comienza a tomar acción desde ya y pronto verás resultados positivos!

Me despido parafraseando una idea de Daniel Goleman, que dice: Cuanto más abiertos estemos a nuestros propios sentimientos y emociones, pues mejor podremos leer los de los demás.

Hasta la próxima vez,

 

“Entrena tu ser, comienza tu hacer”

Mi intención con esta columna es que puedas realizar cambios positivos en ti mismo, que ayuden a tu crecimiento personal, que impacten tu vida y todo lo que hagas. Que puedas aprovechar al máximo tu propósito de vida para influenciar e impactar de manera positiva en todos los ambientes que interactúes.

 

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