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¿Cansado de que te llamen la atención por llegar tarde al trabajo?

trabajando con personas Nov 17, 2022

 

Hola mis queridos lectores,

Hace unas semanas, estuve conversando con los propietarios de una Clínica Pediátrica en Estados Unidos, estos me contaban que lo habían intentado todo para que una de sus colaboradoras llegara a tiempo a su trabajo. 

Insistían en que la persona era muy buena en su trabajo, pero que en la posición que ocupaba no podían tener a alguien que fuera tan impuntual. Y cansados de correcciones sin resultados estaban pensando desvincularla de la empresa.

La impuntualidad está muy mal vista en la cultura occidental, especialmente en el ámbito laboral, y esto es entendible, pues en el ámbito profesional las consecuencias de la impuntualidad cuestan dinero y pueden llegar a ser mucho más graves que en otros escenarios, como, por ejemplo: la pérdida de un cliente, perder una buena venta, un buen contrato o desaprovechar una oportunidad y, en el caso específico de mi historia estaban en juego la salud y la vida de niños.

Pero quiero, en esta ocasión, ampliar la perspectiva de todos mis lectores con relación a la puntualidad, tanto si perteneces al grupo de los impuntuales como al de los puntuales.

Puede que creas que esa persona que conoces, que siempre llega tarde a la oficina o a una cita es, simplemente, una maleducada. Pues bien, su problema tiene más que ver con la psicología que con sus modales.

Y esto no lo digo ni como mentora de rendimiento ni como exprofesora de etiqueta y protocolo, en este caso hablo como analista conductual basándome en la ciencia. Pues, llegar tarde o temprano, dice más de los aspectos conductuales de una persona de lo que quizás pensabas.

Además de la personalidad, los científicos aseguran que quienes llegan tarde de forma crónica, en una gran mayoría, no lo hacen por molestar o de forma voluntaria: es posible que puedan tener un problema. Pero no nos vayamos muy profundos en esto, hablemos de dos de las principales causas de la impuntualidad: una es la falta de orden, es decir, la ausencia de una buena programación y la otra es el exceso de compromisos.

En otros casos, donde está un grupo muy reducido, a mi manera de ver las cosas, están los que les falta empatía, respeto a los demás e incluso están los que tienen deseos de provocar o menospreciar a otros “importantizándose al llegar último”.

Ahora bien, hagámoslo más simple, vamos a hablar de dos grandes grupos: Los que hacen esperar (impuntuales) y los que esperan (puntuales):

Los que hacen esperar

Las personas que llegan tarde suelen ser optimistas y creativas, según el psicólogo social Oliver Burkman quienes llegan tarde son personas que quieren estar en control de la situación, ser el centro de atención cuando llegan. Y, en esto hay algo de conmovedor en que tengan esa necesidad de acaparar la atención y no se sientan bien con ellos mismos si no la reciben. También los muy optimistas pueden ser guiados por su falta de realismo a la hora de planificar tareas llevando a muchos de ellos a ser impuntuales.

Otro sub-grupo son dentro de los que hacen esperar son los que viven al límite de los plazos: son aquellos a los que les gusta la adrenalina de dejarlo todo para el último momento.

Otros son, los hacedores y multitareas, en su gran mayoría son del grupo de los optimistas que creen que pueden hacer mucho más de lo que en realidad les da el tiempo.

Los que esperan

 Los que siempre llegan a la hora simplemente tienen más autocontrol que los demás y una mejor percepción del tiempo. Son más cautos y suelen imaginarse los peores escenarios. Por eso necesitan el tiempo suficiente para solucionar los problemas que puedan aparecer.

Pero también existen algunos rasgos negativos en ser excesivamente puntuales. A veces, llegar muy temprano denota una preocupación excesiva, una voluntad que busca aprobación y que siempre quieren agradar a los demás.

Si eres de los que llegas tarde y te preocupa o estás cansado de que te regañen en el trabajo o en tu grupo de amigos, aquí tienes 6 consejos que pueden ayudarte:

  1.  Llevar siempre un reloj.
  2.  Calcula el tiempo que te llevan tus actividades: así serás más realista con el tiempo que te demoras realizándolas.
  3.  Planifica llegar 10 minutos antes, no a tiempo: si planeas llegar a la hora justa probablemente llegues tarde, así que intenta llegar con antelación.
  4.  Aprende a disfrutar la espera: Llévate una revista o un libro y lee. O simplemente piensa y reflexiona.
  5.  Promete poco y cumple mucho.
  6.  Programa rutinas basadas en los tiempos reales que has previamente has observado.

Si aún no te convences de ser el grupo de los puntuales, aquí te dejo esta frase: “Mientras dejamos a un hombre esperando, este reflexiona sobre nuestros defectos”. Entonces, no dejes a nadie esperar por ti.

Hasta la próxima vez,

 

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